Hace poco leí un libro de Arthur Koesler titulado El cero y el infinito. Además de lo mucho que me gustó, el título me pareció extraordinario, no sólo por lo que Koesler quiere transimitir -el individuo ante el Estado comunista, sino en términos más radicales: no somos nada ante la belleza o la bondad: qué es un escritor contra la Literatua, un pianista contra la Música. Pero a pesar de todo la literatura y la música están siempre sujetas a pequeños ceros. Aún así, el significado de esta frase que más me fascina es la paradoja que surge cuando conocemos a alguien y lo queremos y en algún momento podríamos jurar que ese cero es en realidad infinito.
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4 comentarios:
¡Pero es que en verdad es un infinito!
Bienvenida a la blogósfera, mujercita.
Me honrra poder ser el primer comentario de este sitio. Un cero, dirás.
En efecto, el amado se vuelve un absoluto, inconmensurable, infinito. Si no, pregúntale a tus padres si no dejan de sorprenderse mutuamente, después de tantos años juntos, si no dejan de resultarse inabaracables.
Creo que así pasa con el amor.
MaríaJosé: tú no morirás.
Me gustó. Mucho. Estoy de acuerdo que las y los economistas sean muy numéricos... pero disfrutaría enormemente alguna imagen. ¿Un cero o algún infinito? Es posible.
¡¡¡Wow!!! Felicidades...
¿Serías tan amable de criticar las 2 imágenes nuevas que puse en mi blog?
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