jueves, 7 de febrero de 2008

Cuentos para niños

El lunes terminé de leer el tercer libro de la trilogía, His Dark Materials de Philip Pullman. Para los que no están familiarizados con esta serie, una buena referencia es La Brújula Dorada, la película que se estrenó el pasado diciembre en la que salían Nicole Kidman y Daniel Craig. Me animé a leer estos libros porque vi la película y me pareció una historia buena y había levantado gran polémica entre muchos amigos, porque según algunos periódicos (El Universal, 19 diciembre 2007) había sido duramente criticada por el vaticano. Saliendo del cine francamente me intrigó que la Iglesia se hubiera tomado la molestia para echar pestes sobre la película. Así que como buena cristiana, decidí comprar los libros.

El primero es muy parecido a la película. Tiene algunas ocurrencias muy simpáticas como los daimones, que son una especie de animal, que en realidad son parte de la persona y que los de los niños se transforman constantemente, pasan de ser ardillas a osos a águilas. En el segundo libro la historia se desarrolla en otros mundos y la protagonista, Lyra, se da cuenta que lo que ella llama la Autoridad o Dios, es el primer ángel, no el creador, porque no existe el creador solo una serie de pequeñas partículas que se llaman Polvo y que se condensaron en formando todo lo que conocemos. El Polvo es lo que genera la conciencia y es lo que formó todo y lo que conoce la verdad de cada uno de nosotros (aunque no es explícito el aliethrometro funciona con Polvo). Hasta aquí sigue siendo una historia para niños, atea, pero para niños.

El tercer libro me ocasionó escalofríos más de una ves. Lyra y su nuevo acompañante Will deciden ir al mundo de los muertos y se dan cuenta que en vez de existir cielo o infierno, sólo existe un gran galerón dónde las almas de las personas esperan eternamente por nada. Una de las cosas que me sorprendió es que estos individuos eran verdaderamente infelices, todos por igual. Pero la infelicidad es un poco forzada, ¿qué pasaría estuviera en un lugar dónde están las “almas” de todas las personas muertas (amigos familiares, novios), sin ningún tipo ni de bien y de necesidad y su único tormento son unas arpías que les repiten sus errores? Para mi sería una gran fiesta, pero aquí cada quién puede imaginarse diferente, pero lo cierto es que para muchos esto sería muy divertido. Por ejemplo Gulliver el famoso personaje de Jonathan Swift se divierte algunas semanas llamando a los grandes sabios de la historia para platicar con ellos. El primer círculo del infierno de Dante es también bastante interesante. Sin embargo Pullman no es capaz de ver esta inconsistencia, para él un lugar sin sol y sin bienes materiales (y sin necesidades físicas), es necesariamente un infierno. Es más, hace que Lyra lo vea también de esta manera, tanto que libera a los muertos de su mundo subterráneo, el único problema es que una vez afuera los átomos de sus almas se dispersan y pierden su conciencia de intelectualidad. Se esfuman.

Desde el principio del cuento Lyra es la protagonista porque existe una profecía sobre ella que dice que va a ser la segunda Eva. Esto es obviamente un honor para todos lo que conocen la profecía, porque Eva nos libró de la inconsciencia. Hay un personaje en especial, Mary Malone, que va a “jugar el papel de la serpiente”. Es difícil pensar que mayor conciencia de la verdad que Dios ocultó se puede tener ahora que ya todo mundo sabe que la Autoridad es un impostor porque nunca creó a nadie, solamente es el primero.

El momento en que la segunda Eva es tentada es un poco ridículo, porque es algo así como la liberación sexual, pero de la manera más pudorosa que alguien pueda imaginar. Se dieron cuenta que la gente necesita amar a los demás, por eso no es posible que existan monjas o gente célibe. Sin embargo, el pecado que comete Lyra es darle un beso o acostarse con Will (no es nada explicito, así que no me siento capaz de afirmar sólo alguna de las dos). ¿Entonces de qué me escandalizo? Este sería un final un final bastante bueno y sólo sería ateo: no existe Dios, o si existe es un impostor y al morir nos desintegramos, pero mientras vivamos podemos conocer el amor.

Sin embargo al autor todavía le parece demasiado cursi y positivo este final y prefiere dejarnos claro qué el amor no le parece una realidad posible. O bueno, quizá sí el enamoramiento pero no vivir con alguien y quererlo. Will y Lyra son divididos porque si no el Polvo va a dejar este mundo. Traducido del simbolismo del libro Will y Lyra no pueden amarse porque dejarían de ser conscientes y eso sí es una aberración ¡Bravo! Así Philip Pullman logró el final más patético para cualquier existencia: La muerte nos lleva al sin sentido, dejamos de existir y durante nuestra vida no somos capaces de amar, en el mejor de los casos podemos tener sexo y enamorarnos ocasionalmente sólo para dejarlo ir. ¿Y cuál es la alternativa? Lyra renuncia al amor para dedicarse a cultivar su inteligencia.

Al terminar de leerlo sólo puedo decir, que prefiero a existencialistas sinceros y angustiantes como Camus en La Peste, que dejan un espacio para que tengas fe o desesperes junto con él, a escritores para niños que con historias de fantasía te hagan sentir que lo mejor en el mundo es vivir sola y sin esperanza. Pullman es una especie de embustero tratando de darles drogas a niños de cinco años diciéndoles que son dulces. Además creo que si fuera un poco más claro desde el principio, su argumento ganaría fuerza ya que hablaría de la conciencia (o el Polvo) a gente totalmente consciente, no a niños.

4 comentarios:

M.G. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
M.G. dijo...

Está muy bien la reseña. Casi totalmente de acuerdo, excepto en que dices que no es explícito como funciona el alethiometro... pero si es claro que funciona con Polvo.

Tu crítica, muy atinada... aunque sólo tengo que preguntar, si en realidad te parecería cursi un final en el que unos niños de 12 -13 años tienen sexo para poder mantener la conciencia. Por que eso parece que quieres decir...

Saludos,

Juan Manuel Escamilla dijo...

¿Y si lo dice, qué, Luzma? ¿Qué? ¿Qué tienen de malo dos niños teniendo sexo, eh, eh?
(Majo Malacopa)

Gracias: me ahorraste la lectura de tres libros (que de todos modos no iba a leer 1. porque Luzma ya me había dicho la historia y 2. por tu reseña: hay cosas más interesantes).

Estoy contigo: prefiero, francamente, a los francos existencialistas. Incluso a los auténticos fríos pornógrafos: son sinceros.

Otto Hugo Weinberg dijo...
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