domingo, 2 de febrero de 2014

El sufrimiento de un insecto

Hoy en la mañana mientras me bañaba vi una palomita revolcándose en el agua de la regadera. Sus alas estaban pegadas y el débil polvo que las unía se desintegraba en el agua dejando pequeñas manchas cafés en los azulejos. Una masa amorfa de dolor.

Demasiada valentía en algo tan pequeño. Corría hacia el agua, hacia la muerte lenta. Caminaba con desesperación mientras se despedazaba. Yo observaba con angustia, no quería que empezara a volar, estaba desnuda y me daba asco pensar que su cuerpo en desintegración se aplastaría contra el mío. Pero sufría, la agonía de ver esa cochinadita arrastrándose en el agua mientras se desmembraba.

Pasó un lento minuto y no me quedé sin ganas de ver más sufrimiento. Salí de la regadera chorreando de agua, corté un pedazo de papel de baño.  ¿Qué pasaría con la pequeña vida?

Sin esperar a ver el final de la historia,  aplasté definitivamente al insecto en sufrimiento. Ni siquiera sé si sí murió. No quería apachurrar esa masa ambigua de polen y alas entre mis dedos.  Así que sólo enterré su cadáver o su cuerpo sufriente en el fondo del basurero.